En los últimos tiempos hemos podido comprobar cómo la palabra ‘coaching’ inunda nuestra vida diaria. Es un término que está en todas partes. Basta acercarnos a los medios de comunicación para escuchar repetidamente el vocablo 'coach'.
En la televisión podemos observar cómo famosos y personajes con cierta popularidad intervienen en programas en los que interpretan unos papeles que, bajo el nombre ‘coach’, intentan mejorar las actuaciones de las personas que son sus pupilos. Los resultados parecen evidentes. Incluso algunos de ellos triunfan, en hora buena. Pero que se obtengan resultados no significa que se esté haciendo coaching. También los gerentes de empresas y directores de negocios obtienen resultados y muchos de ellos no hacen coaching.
Así pues, aunque los resultados son importantes, no son la clave que define una intervención desde el coaching. Tampoco en el ámbito ejecutivo. Es el cómo se hace lo que define el actuar y es de éste del que se derivan los resultados.
Las empresas de hoy para poder sobrevivir necesitan irremediablemente aumentar su eficiencia si quieren ser competitivas. Esto no se consigue con modelos de gestión desajustados, pertenecientes a tiempos pasados. Para lograr conquistar las metas que se requieren se precisa una nueva forma de pensar.
La realidad actual nos exige respuestas. Respuestas que partan de la aceptación de nuevas maneras de entender los negocios y donde se hace imprescindible la profesionalización de directivos y empleados. Son modelos de gestión generadores de nuevas normas de comportamiento en los que la jerarquía debe dejar paso al apoyo a las personas, en donde las formas de dirección ayuden a la integración de las diferentes culturas y valores que puedan entrar en conflicto, y en los que las actuaciones que se llevan a cabo favorezcan el desarrollo del potencial de las personas, pues sin duda alguna, son estas las que hacen posible lograr los resultados.
En este escenario, los modelos de poder y las barreras de protección de las posiciones más elevadas de la empresa deben ir diluyéndose e ir transformándose hasta llegar a ofrecer mayor autonomía y libertad de acción a las personas y a los equipos que integran la organización.
El coach, por tanto, es aquella persona que nos ayuda a sacar lo mejor de nosotros mismos, orientándonos en la dirección adecuada para que podamos alcanzar nuestros objetivos. Y eso no es nada fácil... Por ello, si queremos ser profesionales, debemos rodearnos de profesionales. No todo el que dice ser coach lo es realmente.
Todos tenemos un enorme potencial en nuestro interior, un talento que pugna por salir. El verdadero coach es el que nos ayuda a tomar las riendas de tu vida y nos acerca un poco más a las metas establecidas.